Por Juan Carlos Maimone
“El es el único que puede cambiar la historia de una categoría nacida para los pensantes, no para los más rápidos. El es pensante y sin dudas es lo más veloz que jamás han visto mis ojos…”. Juan Manuel Fangio
Tan sólo pronunciar su nombre invita a la lágrima, a esa lágrima que se debate caprichosa
pecho adentro de quienes amamos profundamente esta profesión…
Muy pocos pilotos consiguieron tantos logros en tan poco tiempo; el amor la admiración de
un país, el cariño y el reconocimiento del mundo entero, porque en su transitar por los
caminos de la vida fue moldeado con la humildad y bonhomía que solo caracteriza a los
grandes.
De condiciones envidiables, supo ganarse un lugar en el cerrado círculo de la F1 y
destacarse como uno de los mejores de la historia. Velocidad y dominio fueron sus
principales atributos, esos mismos que paradójicamente, lo subieron a un auto y lo
impulsaron caprichosamente hacia la muerte.
Comenzó a manejar a los 4 años de edad sobre un karting potenciado por un motor de
corta-dora de hierba y de allí en más, sus dotes en el arte de pensar y recorrer espacio en la menor cantidad de tiempo desde atrás de un volante, fueron creciendo de manera
inclaudicable, hasta que de la mano de otro monstruo (Emerson Fittipaldi) llegó a Europa, a la Formula 1.
Sólo una temporada duraría en un equipo débil. En 1985 lo contrató Lotus y en el Gran
Premio de Portugal un 21 de abril, sobre piso mojado – su mejor especialidad – alcanzaría la primera victoria.
Iba a ser el puntapié inicial de una trayectoria prácticamente inigualable.
McLaren, la escudería que lo había rechazado en un principio, sería la que le otorgaría la
mayor de sus alegrías. Campeón Mundial en 1988, en 1990 y en 1991, los tres sobre el
mismo chasis y con motor Honda.
En sus diez años en la máxima categoría nunca dejó de pelear los primeros puestos,
aunque su característica estaba en las clasificaciones: Obtuvo 65 “pole” en 161 Grandes
Premios.
“El es el único que puede cambiar la historia de una categoría nacida para los
pensantes, no para los más rápidos. Senna es pensante y sin dudas es lo más rápido que
jamás han visto mis ojos…”.
Decía Don Juan Manuel Fangio que de esto sabía un poco…
La noche de Brasil era terrible, la gente lloraba por las calles, en los bares, en las casas,
preguntándose en qué momento nace la resignación.
El mundo no sale de su asombro: Uno de los mejores pilotos que dio la historia del
automovilismo, uno de los seres humanos más íntegros del circo de la Formula 1 había
dejado de existir.
Muchos extrañamos su impredecible habilidad sobre cuatro ruedas ante la mediocridad de
hoy. Sin embargo, Ayrton Senna nunca lo sabrá.
“Algún día la muerte me va a llegar; puede ser hoy o dentro de 50 años, pero me va a
llegar”. Solía decir…
Y llegó; llegó como siempre, traicionera, sin aviso, para dejar un lugar vacío en cada grilla de partida y un dolor enorme en el corazón de tantos que amamos profundamente el
automovilismo.
Sólo me resta agregar: Descansa en paz Ayrton Senna da Silva y gracias por todo lo que
nos enseñaste en tu paso por la vida. A doce años de tu desaparición física tu lugar sigue
intacto, pero vacío…